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¿Estás embarazada? Lee las promesas que no pude cumplir


Con ilusión recuerdo esa prueba de embarazo, que confirmó las sospechas que en secreto tenía. Dos líneas rosadas tuvieron el poder de decirme que –desde ese momento-toda mi vida cambiaría, iba a ser mamá. Fue un 18 de noviembre (día de la Virgen de Chiquinquirá, ósea La Chinita) cuando mi milagro ocurrió. Dos años antes, una doctora me había confirmado mi imposibilidad de tener bebés, sin ayuda de métodos de fertilidad… cosa que la naturaleza (y La Chinita), descartaron en ese momento.Desde ese día comenzó en mi cabeza una cacería sobre una filosofía para regir lo que sería mi nueva etapa com madre; con las cosas que sí quería y las que no, para criar mi bebé.

Yo estaba convencida de que mi previa experiencia como "Au Pair" (niñera de intercambio internacional) me servirían de ventaja ante ¡todas las nuevas madres del mundo! . Sí, así comenzó una competencia en mi cabeza, puesto que no descansaría hasta ser LA MEJOR MADRE DEL MUNDO… creo que esta etapa de mi vida coincide con la descripción de mi signo zodiacal: Virgo.

En ese momento comencé a escribí la larga lista de promesas que no pude cumplir:

  1. Yo voy a Parir, es algo natural, nada de cesáreas electivas… ¡Sí se puede

En mi natal Venezuela, la cesárea más que electiva, es casi obligatoria por el médico y lo que se espera socialmente de la madre. Pero yo estaba en Estados Unidos, donde tantas madres prometen a sus hijos conectarse con la naturaleza, parir sin anestesia, en una bañera, junto a la partera, toda la familia, amigos, fotógrafos, mascotas, con música relajante, velas aromática y aceites esenciales. ¡Una belleza! el papá corta el cordón umbilical, la mamá se COME LA PLACENTA, porque es lo que en la era paleolítica se esperaba de la madre… y hay que conectarse con la naturaleza y darle al bebé EL MEJOR NACIMIENTO POSIBLE… Eso para mí era muy extremo, por lo que yo al menos podría dar a luz con una epidural, pero las condiciones no se dieron, y tuve una cesárea de emergencia. Primera promesa incumplida.

2. “Yo soy una mujer profesional, me encanta mi trabajo, jamás descuidare mi carrera por tener hijos; ¡yo puedo con todo!”

Esta es una de las más duras. Crecí en un hogar feminista, con padres que nos inculcaron el valor del trabajo -a mí y a mis dos hermanas-, que nunca nos mostraron límites de genero (que para mí simplemente no existen). Después de emigrar, trabajar por años, al fin había conseguido un trabajo maravilloso: era la editora de una revista, muy creativo, tenia acceso a la radio… mi mundo laboral ideal. Pero 15 días antes de mi fecha de parto, no conseguía quien cuidara de mi bebé. Nuestras familias estaban lejos, todas nuestras amistades estaban ocupadas, no conseguía quien podría cuidar de Charles. Ya lo tenía en la lista para la guardería mas prestigiosa de la ciudad, pero no podría entrar hasta cumplir el primer año de vida. Hice lo que toda mamá millennial haría; busqué en Google, y lo que conseguí no fue nada alentador. El frio en el estómago, ese miedo de no saber quien podría darle la mejor atención a mi bebé, me hizo tomar una de las decisiones más difíciles: Renunciar a mi trabajo. Después de hablar con mi esposo, decidimos que sólo sería por un año, pero cuando Charles tenía 10 meses, me embaracé de Isaac… Gracias a la Chinita y a la doctora que dudó de el poder de mi fertilidad, ¡Ajá!

3. “Le daré teta por al menos un año. Dar pecho es lo más natural y fácil del mundo”

Está fue una promesa rota a medias. Después de renunciar a mi trabajo y tener una cesárea de emergencia, sentí que mis planes habían fracasado. Me sentía defraudada conmigo misma, por lo que jamás permitiría perder esta oportunidad de amamantar, es lo más natural, tenía ser intuitivo. Aunque mi instinto y ego estaban sincronizados, tuvimos algunos tropiezos: Charles tenia un frenillo en la lengua, por lo que no podía succionar, el me MORDÍA para alimentarse… mi pezones estaban morados, llenos de hematomas, sentía un dolor terrible y de paso el estaba perdiendo peso. El pediatra me ordenó complementar con fórmula… estaba devastada. A la semana fui al chequeo con mi ginecólogo y le hablé del intenso dolor en los pezones, y me dijo que era normal, que buscara a una experta en lactancia. Pero yo no podía desistir, yo tenía que hacerlo sola, en ese momento no aceptaba sugerencias de nadie. Pero a las dos semanas de sufrimiento noté ardor, y me auto diagnostiqué algodoncillo o candidiasis. Allí fue cuando al fin pedí ayuda, y esta experta que para mí fue un ángel, me ayudó a diagnosticar los problemas, me enseñó a usar la bombita para sacar y almacenar leche, y me recomendó a un doctor que corrigió el frenillo de Charles. Pude amamantarlo, siempre complementado por 7 meses, el no quiso mas.

4. “Jamás dormiré con el bebé”

Este terror se lo debo a la enfermera que tuvo la delicadeza de contarme a las 38 semanas de embarazo, que una de sus pacientes accidentalmente asfixio a su hija de 6 meses, mientras dormían en la misma cama… Primero que nada, la muerte súbita ocurre, es algo terrible y que si es verdad, se ha asociado al compartir la cama, pero cuando tienes un recién nacido, estas despierta la mayoría del tiempo, te estas recuperando de una intervención, es muy complicado levantarte de la cama para amamantar. Lo que hice fue comprar una cunita segura que se adapta a la cama. No había forma que mi esposo o yo aplastáramos al bebé mientras dormíamos, pero al mismo tiempo me daba tranquilidad tenerlo cerquita para atenderlo prontamente. A los 3 meses, el dormía en su cuna.

5. “Jamás probará comida comprada, yo cocinaré todos sus alimentos con verduras orgánicas”

Esta promesa rota no fue tan traumática como las anteriores. Yo comencé dándole purés a los 4 meses (si, estaba desesperada, no dormía por mas de dos horas y buscaba algo), así que hice mi investigación, y hoy en día contamos con muchas compañías que hacen alimentos orgánicos con altos estándares de calidad. Así que siempre mantuve en mi alacena algunas compotas un sopitas, para cuando me daba flojera cocinar.

6. “Vestiré a mi bebé como a un bebé modelo de la GAP”

Cuando yo estaba embarazada, revisando Pinterest, buscando los estilos más hermosos, siempre pensaba en como diferenciar a mi Charles del resto de los bebés. Era MÍ BEBÉ, tenía que verse a mejor estilo. Pero la realidad llegó, y me di cuenta que todo el dinero que te puedes gastar en ropa que le va a quedar por algunos meses, es mejor guardarlo en una cuenta de ahorros para cando le toque ir a la universidad. Es sin dudas un mejor uso de tus recursos.

7. “Voy a desinfectar TODO lo que vaya a tocar, sea en mi casa o en la calle. Todo debe estar limpio”

Este era uno de los temas de discusión mas candentes entre mi esposo y yo. El es médico, y siempre me insistía en la importancia de dejar (en un ambiente controlado) que él bebé formara su sistema inmunológico. Yo por mi parte, podía siempre presumir de que Bella –la bebé que cuidé- nunca tuvo de fiebre mientras yo fui su Au Pair. Chicas, yo lo intenté, todo el tiempo limpiando, tenia antibacterial y toallitas húmedas conmigo… a los cuatro meses se enfermo de una infección respiratoria, aunque todo estaba limpio, nosotros seguimos trayendo enfermedades de la calle, el supermercado, los restaurantes. La solución era quedarme confinada en casa con él, y así lo hice. Pero un día cuando Charles comenzó a gatear, lo encontré comiendo la comida de los perros… Ascoooooooooo. Yo gritaba, saltaba, lloraba del terror. Lo llevé al médico y el lo que me pregunto fue si había comenzado a ladrar mientras se reía… nada divertido. Así que entendí que por más que lo intentara, el mundo estaba más sucio de lo que yo podía controlar. Así que acepté esta “sucia” realidad.

8. “Jamás comerá en McDonalds”

Esta si la recuerdo perfectamente. Charles tenía 13 meses, estábamos camino a Albuquerque, Nuevo México. No teníamos más meriendas para él en el carro, y lo único disponible eran restaurantes de comida rápida. Mi esposo me vio a los ojos (mientras Charles gritaba y lloraba) y me dijo que era solo esta vez… allí, en el medio de la nada en Nuevo México comió su primera cajita feliz. No era tan temible y horrible como en los documentales. Le compramos una hamburguesa, papas, leche y manzanas. Gracias a Dios sobrevivió, y de vez en cuando le compramos una. Muy de vez en cuando.

Así que chicas, espero que se den la oportunidad de investigar, explorar y tratar las formas de crianza que consideren convenientes en sus vidas, espero que no se obsesionen, ni se sientan mal si algo no sale como esperabas. Lo mejor que puedes hacer para que tu y tus hijos sean felices, es relajarte y disfrutar el día a día.

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